Los eróticos de la antigüedad

Junio 2017

Las ilustraciones que acompañan y componen esta edición fueron realizadas exclusivamente por el artista paraguayo Ricardo Migliorisi, a pedido del editor. Se basan, en cierta medida, en una interpretación de los textos, pero no se limitan a ellos. No pudiera, quizás, otro artista interpretar mejor el espíritu de los antiguos eróticos, ya que su obra misma, cargada de desenfrenada poética, explora épocas indescifrables, parajes mitológicos y pletóricos de sensualidad, dramatismo y ternura.

Los eróticos de la antigüedad  y un modernista español en Paraguay

            La serie de artículos Los eróticos de la antigüedad fue publicada  entre los años 1904 y 1905 en la célebre revista española Vida Galante (1898-1905). Fundada por el escritor  y editor Eduardo Zamacois como “revista semanal ilustrada”, esta publicación reflejó el espíritu de renovación de la prensa española de finales del siglo XIX. Con un tono “marcadamente festivo, humorístico, frívolo, atrevido y, en suma, erótico y con el que pretendía burlarse de los valores tradicionales de la sociedad”, en palabras de María Pilar Celma Valero.

            Sin caer en lo obsceno, la revista contenía fotograbados y dibujos de mujeres desnudas o ligeras de ropa, así como chistes y caricaturas subidas de tono, lo que le costaría la persecución por divulgar contenidos “pornográficos”, aunque esto no afectaría su continuidad ni la adhesión de importantes figuras del arte y la literatura española.

            Una larga lista de escritores y periodistas marcaron su protagonismo en las páginas de Vida Galante. De entre estos, los pertenecientes a la Generación del 98, por el carácter mismo de la revista,  marcaron la diferencia en relación a otras publicaciones de la época.

            “Junto al cuento alegre y de enredo amoroso, con calidad literaria y el poema festivo alejado de lo chabacano, en sus páginas se publican novelas seriadas de autores españoles y europeos, y son traducidas obras de Balzac, Mendès, Baudelaire, Daute y Gautier, entre otros. Sin embargo, excepto la teatral, la crítica literaria es escasa en sus páginas”.

            Precisamente, Los eróticos de antigüedad es uno de los escasos ensayos histórico-críticos sobre un tema muy modernista, publicado en la revista. Escrito por el joven modernista e integrante de la Generación del 98, Viriato Díaz-Pérez, se trata de siete estudios de carácter histórico-literario y que abordan la literatura erótica en culturas de la antigüedad a partir del análisis de ciertos autores u obras. Desde autores tan poco conocidos, como Longo el Bizantino hasta la casi mitológica Safo, el autor reflejó en estos estudios, por lo menos, tres temas claramente modernistas: el interés por los motivos y temas de exaltación sensual, de la exploración de lo exótico y de las culturas preindustriales.

            En el año 1906,  Viriato Díaz-Pérez abandonaría España para trasladarse (transterrarse) a el Paraguay, abandonando así un futuro promisorio en la historia de las letras de Hispanoamérica para dedicar su vida a promover e inspirar a generaciones de escritores en el Paraguay. Esta decisión le costaría, además, el olvido completo de su aporte al movimiento intelectual español.

            Con la reedición de sus obras en los 70, se redimensiona su producción intelectual y se le restituye su lugar en la historia de las letras. En este sentido, Los eróticos de la antigüedad se constituye en uno de los tantos indicios de su vinculación con el movimiento modernista.  

            Viriato Díaz-Pérez perteneció a ese grupo de intelectuales y escritores denominado Generación del 98. Con ellos se formó, con muchos de ellos entabló amistad y colaboró en las revistas más típicas del 98. Los temas que abordó y el lenguaje pertenecen también al 98. Aunque muy poco es lo que se conoce de su obra literaria, ya que no publicó su poesía, solo apenas unos cuantos relatos que luego se perdieron y quedaron olvidados en las revistas (como es el caso de Los eróticos de la antigüedad), estos textos reflejan su identificación con el estilo de esta generación.

            Pero Viriato no se quedó en las preocupaciones y temas del 98, y tomó por asalto el modernismo. De manera muy temprana, pero desde el ensayo y la crítica, expresó los temas fundamentales del modernismo con una originalidad y consistencia únicas.

            Reconoció la existencia de un estilo modernista español –mucho antes de Rubén Darío– y se identificó con él. Pero, además, su conexión con la teosofía lo acercó aún más a las fuentes mismas de las cuales se nutrió el modernismo, ese exotismo de las lejanas culturas de Oriente que, posteriormente, fue apoderándose del interés de los escritores hispanoamericanos.

            Se ha escrito equivocadamente de él, que fue un segundón del modernismo, error atribuible al desconocimiento completo de su obra. Pero también al hecho de que Viriato no responde al modernismo de Rubén Darío, sino al otro, al que se gestó en España de manera silenciosa, pero segura, en la obra de Salvador Rueda, en la prosa rítmica de Valle-Inclán y en la labor de los primeros teósofos, entre los que se encontraba Viriato.

            Además, Viriato se nutrió de las fuentes mismas que pusieron en marcha el modernismo: el paranasianismo, el simbolismo, el decadentismo y, por otro lado, el prerrafaelismo. Desde muy joven, Viriato fue un gran lector de Mallarmé, D’Annunzio, Pierre Loti, Huysmans, Verlaine, Poe y, por supuesto, de John Ruskin, inspirador del modernismo artístico.

            La presente edición de Los eróticos de la antigüedad, que es la tercera, pretende completar la tarea iniciada por Rodrigo Díaz-Pérez, quien en el año 1975 logró publicar seis de los siete artículos, quedando el artículo dedicado a la poetisa Safo fuera de aquella edición.

            Las ilustraciones que acompañan y componen esta edición fueron realizadas exclusivamente por el artista paraguayo Ricardo Migliorisi, a pedido del editor. Se basan, en cierta medida, en una interpretación de los textos, pero no se limitan a ellos.

            No pudiera, quizás, otro artista interpretar mejor el espíritu de los antiguos eróticos, ya que su obra misma, cargada de desenfrenada poética, explora épocas indescifrables, parajes mitológicos y pletóricos de sensualidad, dramatismo y ternura.

            Su obra, abundante e irreverente, no puede, por tanto, ser reducida a esta edición, por lo que se ha constituido en una narración paralela, con su propia dinámica, su propias historias, y sus metáforas que soslayan y exceden los limites de este discurso literario. Por ello, de las 50 ilustraciones, solo una selección de 20 obras fue incluida. El artista ha dejado a criterio del editor la selección y vinculación a los textos, tarea que no ha sido sencilla.

            Cincuenta ejemplares de esta edición estarán acompañados de una reproducción firmada y numerada por el artista. Asimismo, cada libro estará número y firmado por el editor y el artista, por ser esta una edición limitada.

            Finalmente, cabe expresar nuestro especial agradecimiento a la familia Díaz-Pérez, por permitirnos rescatar y poner en circulación esta obra del celebre polígrafo español que fue don Viriato.

Rubén Capdevila